A pesar de que por 3 días había hecho frío en Tokio, hace unos días amanecimos con el sol brillando y con una temperatura de 20 grados que a medio día era ya de 29 grados. Después de ejercitarme por unas horas, me bañe y me puse unos shorts y una blusa suelta para aguantar las temperaturas. Me salí a hacer unas compras; lo usual, pintura para la cara blanca y sangre artificial... Bueno, usual para las épocas. Por supuesto las calles están llenas de gente, todos parecen tener prisa de llegar a algún lado, a excepción de los turistas que le están tomando fotos a las alcantarillas, a los taxis, a la tienda de calcetines y a que más no.
En medio del crucero de Shibuya una chica rubia en shorts y playera, aprovecha que esta el siga para los peatones y se acuesta en el piso mientras alguien le toma una foto desde el Stabucks, un piso arriba. No le basta con una foto, se para y se mueve unos metros para volverse a acostar y entonces yo veo como otro turista, grabando su caminata por el crucero, se acerca peligrosamente, aunque yo estoy demasiado lejos y hay demasiada gente, y antes de que yo pueda decir algo el señor le pisa la cara, ni siquiera la pierna o la mano, si no la cara a la chica rubia. El tumulto se hace más grande y ya no puedo ver que sucedió con la chica.
Sigo con mis compras, me doy una vuelta por Shibuya 109, en dónde se encuentran las marcas japonesas de moda, para la gente joven, ya saben. De repente me siento vieja, como que ya no soy de la onda, o como que la moda ya no me queda. Todo tiene peluche, hasta las sandalias. Las playeras ahora se usan como vestidos, las cachuchas están de moda de nuevo. Me siento perdida, por qué entre aquí? En una esquina veo un vestido, blanco, con corte de princesa, con la falda hasta las rodillas y con unas bolitas azules. Me acerco a él y por supuesto es "one size", talla única. Escucho a mi busto y mi trasero talla 30 reírse. No he aprendido y todavía le tengo esperanza a las tallas únicas. Bueno, el vestido, que ni cierre tenía, no me bajo del busto, tal vez si me hubiera dislocado el brazo derecho me hubiera quedado.
Me salí de ahí un poco desanimada así que me senté a jugar Pokémon Go checar unos emails importantes. Ensimismada en mi teléfono, no me di cuenta de quien iba y venía, de quién se paraba a un lado mío o se llegaba a sentar, hasta que escuche que alguien repetía algo en japonés una y otra vez. Levanté la mirada del teléfono para encontrarme con un hombre en sus veintes, con el cabello peroxidado y una máscara quirúrgica. Repetía algo que sonaba como "kana kara anata desuka?". Me estaba hablando a mí, pero yo pues no le entendía nada de lo que me decía, ligeramente entendía que me estaba preguntando algo. Lo mire de arriba para abajo, traía jeans y una playera de Ed Hardy, unas botas de combate y cargaba una bolsa de piel, tenía su teléfono cubierto en cristales en su mano. "Perdón, no hablo japonés" le dije en inglés y regrese a la mirada a mí teléfono. "Ah!" exclamó él, mientras se sentaba a un lado mío. " Quieres trabajar?" me preguntó en inglés. Lo voltee a ver con cara literal de "qué?" y le pregunté "trabajar?". "Sí, conoces kyabakura?".
Conozco "kyabakura"? He escuchado acerca de kyabakura. Hace muchos años un conocido me contó acerca de una visita a Japón y una visita a kyabakura. キャバクラ (kyabakura en katakana) es un portmanteau, o combinación lingüística, de las palabras キャバレー kyabare, o sea cabaret, y クラブ kubaru, o sea club, traducción directa al español entonces: club cabaret. Aunque en realidad no es ninguno de los dos. Kyabakura es básicamente un bar, exclusivo para hombres, en el que aparte de comprar un trago, los "caballeros" tienen la oportunidad de comprar la compañía de alguna mujer. En muchas ocaciones, compañías pagan por las noches de kyabakura para sus empleados para mostrarlas agradecimiento por su dedicación y ganar su confianza.
Caminando por Kabukicho, en Shinjuku, encontraran a muchos jóvenes en la calle, con carpetas en la mano, estas carpetas son "menus" con fotos de las mujeres trabajando en el kyabakura que promocionan. En otras ocaciones, son las mismas mujeres, llamadas kyabajo キャバ嬢 (literalmente "chica cabaret") llamando la atención de los clientes. En Osaka estaban vestidas como "conejitas" de Playboy en medio de la calle.
En Shinjuku, Tokio existe un kyabakura llamado "Camacho".
Kyabakura es descendiente de las casa de té y las geisha, o maiko. Al igual que una geisha, una kyabajo entretiene a su cliente, le sirve sus bebidas y le enciende sus cigarros. Cuando se trata de las artes, una geisha tocaría el shamisen o haría un arreglo floral, mientras que una kyabajo canta karaoke. Las kyabajo tienen que ser coquetas, prestarle toda su atención al cliente pero nunca hacer connotaciones sexuales o ser tocadas por el cliente.
Trabajan por comisión basada en lo que le venden al cliente, incluidas sus propias bebidas, que por lo general van a a ser sin alcohol para poder trabajar toda la noche. Si desean tener más ingresos pueden asistir a "citas" privadas, fuera del kyabakura en el que trabajan pero bajo supervisión del mismo, con sus clientes frecuentes. También pueden aceptar regalos de sus clientes, por lo general bolsos o accesorios de diseñador que por lo general se quedan para uso personal o los venden a tiendas de segunda mano.
Mientras que el negocio suena bastante inocente comparado con un strip club o una casa de citas, ya que se puede interpretar como un lugar al que los hombres - o mujeres en caso de un kyabakura con anfitriones masculinos- se van a levantar el ego a cambio de 4000 yenes (aprox. 520 MXN) por 40 minutos, lamentablemente kybakura no es tan limpio como suena.
Durante años el negocio de kyabakura se ha prestado como entrada para delitos tales como la prostitución y el tratado de blancas, una forma de trata de personas que viola los derechos humanos. Japón, al igual que México, ha sido clasificado como un país en nivel 2 sobre el cumplimiento del TVPA (Acto para la Protección de Víctimas de Tratado Humano), es decir que no esta en cumplimiento de los estándares mínimos del Acto pero sus gobiernos están haciendo esfuerzos para alcanzarlos.
En ocaciones los y las kyabajo no logran ganar el dinero indispensable para cubrir sus costos de vivienda básicos simplemente con comisiones, a pesar de que muchos kyabakura le ofrecen vivienda a sus trabajadores, en muchos casos las trabajadoras son madres solteras, estudiantes extranjeras, o peor aún, inmigrantes ilegales que necesitan solventar gastos mayores. Por lo tanto se pueden llegar a sentir presionadas a prostituirse para ganar más dinero, en muchas ocaciones siendo alentadas a hacerlo por sus mismos jefes en el kyabakura.
Como en todo, la situación no siempre es así y hay kyabajo que encuentran su profesión interesante, divertida y económicamente satisfactoria. Logran hacer amistades sinceras con sus clientes mientras disfrutan de vidas sociales y familiares normales en su tiempo libre. Podría ser tentador trabajar como kyabajo: eres una chica que ha sido reconocida como bella y deseable, y simplemente tu presencia en un lugar, divertido y en un ambiente de fiesta te pueden dar un sueldo, con la posibilidad de recibir regalos de lujo. Pero al final, la verdad es que es un negocio que no es bien regulado y ha encontrado escapatorias legales que le dan paso a un crimen tan grave como lo es el tratado humano y en casos más extremos al acoso, acecho y asesinato de kyabajo.
Y a pesar, de que sí, me urge un trabajo, simplemente por tener un propósito en el día a día, por sentir que estoy haciendo algo por mantener "La Máquina" en funcionamiento, simplemente miré al hombre a la cara, aunque entre máscara quirúrgica y cabello no veía mucho, y le di un rotundo "no", me paré y continué con mi día. Aunque me quedé pensando, como Japón puede ser tan avanzado cuando se trata de tecnología pero tan retrasado cuando se trata del Humanismo y los derechos humanos.
Mientras que el negocio suena bastante inocente comparado con un strip club o una casa de citas, ya que se puede interpretar como un lugar al que los hombres - o mujeres en caso de un kyabakura con anfitriones masculinos- se van a levantar el ego a cambio de 4000 yenes (aprox. 520 MXN) por 40 minutos, lamentablemente kybakura no es tan limpio como suena.
Un kyabakura en Roppongi, Tokio es llamado "10 'zorras"
Durante años el negocio de kyabakura se ha prestado como entrada para delitos tales como la prostitución y el tratado de blancas, una forma de trata de personas que viola los derechos humanos. Japón, al igual que México, ha sido clasificado como un país en nivel 2 sobre el cumplimiento del TVPA (Acto para la Protección de Víctimas de Tratado Humano), es decir que no esta en cumplimiento de los estándares mínimos del Acto pero sus gobiernos están haciendo esfuerzos para alcanzarlos.
En ocaciones los y las kyabajo no logran ganar el dinero indispensable para cubrir sus costos de vivienda básicos simplemente con comisiones, a pesar de que muchos kyabakura le ofrecen vivienda a sus trabajadores, en muchos casos las trabajadoras son madres solteras, estudiantes extranjeras, o peor aún, inmigrantes ilegales que necesitan solventar gastos mayores. Por lo tanto se pueden llegar a sentir presionadas a prostituirse para ganar más dinero, en muchas ocaciones siendo alentadas a hacerlo por sus mismos jefes en el kyabakura.
Como en todo, la situación no siempre es así y hay kyabajo que encuentran su profesión interesante, divertida y económicamente satisfactoria. Logran hacer amistades sinceras con sus clientes mientras disfrutan de vidas sociales y familiares normales en su tiempo libre. Podría ser tentador trabajar como kyabajo: eres una chica que ha sido reconocida como bella y deseable, y simplemente tu presencia en un lugar, divertido y en un ambiente de fiesta te pueden dar un sueldo, con la posibilidad de recibir regalos de lujo. Pero al final, la verdad es que es un negocio que no es bien regulado y ha encontrado escapatorias legales que le dan paso a un crimen tan grave como lo es el tratado humano y en casos más extremos al acoso, acecho y asesinato de kyabajo.
Y a pesar, de que sí, me urge un trabajo, simplemente por tener un propósito en el día a día, por sentir que estoy haciendo algo por mantener "La Máquina" en funcionamiento, simplemente miré al hombre a la cara, aunque entre máscara quirúrgica y cabello no veía mucho, y le di un rotundo "no", me paré y continué con mi día. Aunque me quedé pensando, como Japón puede ser tan avanzado cuando se trata de tecnología pero tan retrasado cuando se trata del Humanismo y los derechos humanos.