A la mañana siguiente, 7:30 am para ser más precisos, me llamaron del hospital, porque algo había salido en mis exámenes de sangre y querían asegurarse que todo estuviera bien. Con mis grandiosas muletas que me habían dado la noche anterior caminé al hospital para mi cita con el fisiólogo.
Llegando me dijeron que había una posibilidad del 80% de que tuviera un coágulo en la pierna. Ni ruptura, ni esguince, ni espolón. Aún peor, una trombosis. Lo primero que pensé fue "eso no es posible, eso solo le pasa a las viejitas". Lo segundo que pensé fue en mi ginecóloga preguntándome si había historial de trombosis en mi familia antes de mandarme mi receta para las pastillas anticonceptivas y yo respondiendo "no". Lo tercero que me vino a la cabeza fue un vago recuerdo de mi abuela materna sufriendo de trombosis hace casi tres años. Lo último fue "en la madre!".
Mientras yo entraba en shock me pidieron me quitará los pantalones y calcetines y me sentará en la cama de exploración. El practicante de Fisiología me explicó me iban a hacer un ultrasonido, buscando cualquier tipo de anomalía en mi pierna. Y aquí es donde comenzaron los 40 minutos más incómodos en los últimos años. El practicante de alrededor 28 años de edad me pidió que abriera las piernas lo más que pudiera mientras él se ponía unos guantes de latex y sacaba una botella de lubricante de su gabinete. Ya sé... Después levanto la camilla de tal forma que mi pelvis terminó a 20 cms de su cara, con mi pierna derecha sobre su regazo. Me moría de ganas de decirle "pues aunque sea invitame una cenita antes, no?" pero me aguante. En ese momento no sabía si reír o llorar. El doc después prosiguió a lentamente apretar mi muslo y seductivamente acariciar mi pantorrilla con el micrófono del ultrasonido mientras "My Heart Will Go On" de Celine Dion se escuchaba en el fondo y la enfermera nos bañaba con pétalos de rosas frescas. (Ok, tal vez esa última parte no sucedió exactamente de esa manera.)
Después de cinco minutos de apretujones y caricias y el doc grito "yes!" y algo me dijo que no era una buena señal. Inmediatamente, rojo como un jitomate, el doctor me pidió disculpas y me explico que era el primer coágulo que él solo encontraba desde que comenzó su práctica hace 5 meses. Con una débil sonrisa le dije "ah, que gusto ser tu primera vez" y él de nuevo se disculpó. También me dijo que por lo general una exploración de ese tipo se puede tardar hasta 3 horas, así que tuvimos "suerte" en encontrar el daño tan rápido. Después me siguió apretujando buscando si había más daño, pero no se encontró nada. Fiuu...
Me mandaron directo a Urgencias a que me pusieran una inyección de Dalteparin, un anticoágulante. Mientras esperaba a que me inyectarán se me cayó el peso del mundo encima, y ahí en la sala de Urgencia sin servicio en el teléfono, se me salieron las lágrimas de cocodrilo.
Continuará...
Aurea.